Este
es el relato de un día cualquiera pescando en «casa» de Mario, en uno
de los pequeños ríos de la montaña oriental leonesa en la que cualquier
especie animal o vegetal puede sorprendernos a la   vuelta de cada
recodo.
Estamos
a finales de Junio, un día de bochorno, las 2 del mediodía. Ayer
pescamos un río de alta montaña con unos amigos (uno de nuestros ríos
favoritos) y no se dio nada bien. Lo normal, nuestras amigas las
pintonas no entienden de compromisos.

¿Qué
hacemos, Oscar, comemos o vamos directamente al lío? Oscar me mira y me
dice: ¿No hay días que sientes que se van a dar bien? (Pienso, a mí 
todos, si no iría)  Además, ¡Ayer sobró casi toda la empanada!
Pues
no se hable más.  Cargamos al coche todos los telares y salimos
zumbando. Pero ¿a qué rio vamos? Nos miramos y quedó claro ¡Al mismo!
Comemos la empanada
mientras nos ponemos el vadeador y montamos las cañas, el río está
perfecto y estamos ansiosos por probar los últimos montajes en este tipo
de rio. Tiene unos cuatro metros de ancho,  mucha vegetación de orilla,
alisos, cerezos, chopos… y salgueras, muchas salgueras. Discurre en un
valle que alterna praderas de montaña con angosturas de piedra caliza,
donde el rio se encajona formando cascadas y pequeñas pozas. 
Oscar ata una imitación de hormiga de ala y yo una
emergente de liebre, no vemos eclosiones y queremos tantear el río.
Vamos sacando aquí y allá truchas de pequeño tamaño, pero muy
luchadoras.
De vez en cuando nos entretiene algún lagarto
verdinegro, un sapillo pintojo que salta a nuestros pies, un gran macho
de ciervo con su aterciopelada cornamenta y una interesantísima variedad
de plantas en flor, que nos hacen detenernos para fotografiarlas.
Estamos disfrutando.
Empieza una eclosión de Epeorus y mi compañero ata
una imitación del adulto en cdc rojo. Pescando de punta, pues el rio se
ha ido cerrando a medida que ascendíamos, empieza a sacar una a cada
lance. ¡Acertó! La tercera ya tiene unos 25cm, un truchón para estos
ríos!
 Se me posa una mosca del aliso en el
brazo, ¡esta es la mía! Abro mi caja y tengo más de diez tricos
jarupianos, en pelo de topo. Al primer lance sube una y no consigo
clavarla, pero a mí me da igual, ¡la engañé! Tras ella clavo una de buen
tamaño, foto y al agua.
Seguimos pescando y cambiando de mosca a menudo,
pues cada vez vemos más tipos de insectos. No problem, deberíais ver las
cajas de moscas de Oscar, el tío las tiene todas ….o casi. Empieza el
festival, una trucha tras otra, así que pensamos en probar unos
engendros de moscas que habíamos perpetrado esa misma mañana y…¡No
funcionaron! Normal, si los hubierais visto…

En la última poza, formada por grandes rocas al
pie de una gran cascada, Oscar clava tres buenas truchas seguidas, a
apenas dos metros de nosotros. Es el fin de una gran jornada de pesca.

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